Retos para una alimentación sostenible y saludable

RESUMEN

La alimentación sostenible es, sin duda, uno de los principales temas tranbsversales que afectan a un gran número de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS). La homogeneización de los hábitos de consumo y los métodos de producción que traído consigo la globalización ha derivado en consecuencias sumamente graves, tanto sociales como ambientales. No cabe ningún tipo de duda de que apostar por una agricultura sostenible y una educación alimentaria tiene efectos positivos para nuestro planeta y para nuestra salud.

INTRODUCCIÓN

La forma en que producimos nuestro alimento es, probablemente, la actividad cotidiana más relacionada con el cumplimiento de los Objetivos de Desarrollo Dostenible (ODS) aprobados por las Naciones Unidas en 2015. Los sistemas alimentarios se definen como todas las actividades, actores e instituciones que hay desde la producción hasta el consumo de alimentos.

Los sistemas alimentarios pueden tener formas muy diversas, tantas como haya territorios y pueblos produciendo y consumiendo alimentos. No obstante, en los último años, pese a la diversidad de sistemas alimentarios territoriales existentes, únicos en cada entorno, se expandido un sistema globalizado, homogéneo y homogeneizante.

Este sistema globalizado tiene consecuencias importantes para la salud de las personas y los ecosistemas. Por una parte, a través de la promoción de monocultivos, la agricultura industrializada, el paquete tecnológico de la Revolución verde¹, los alimentos kilométricos y la venta en grandes supermercados los sistemas de producción han provocado efectos perjudiciales tanto para la sostenibilidad del planeta como para la salud y los derechos de trabajadores y trabajadoras.

¿CÓMO AFECTA LA GLOBALIZACIÓN AL SISTEMA ALIMENTARIO?

La globalización a aumentado aspectos como la ineficiencia asociada a la producción de alimentos, la emisión de gases de efecto invernadero, la pérdida de biodiversidad, la degradación del suelo, la contaminación y la sobrexplotación del agua.

Por otra parte, los sistemas de producción masiva también han intensificado la explotación de las personas que producen los alimentos, los riesgos a los cuales se exponen por la contaminación por pesticidas y las dificultades económicas para ganarse la vida con la agricultura. Estas cuestiones han derivado en la expulsión de las familias rurales y, como consecuencia de ello, el abandono del medio rural y de la gestión de nuestro medio natural, lo que hace a ambos más vulnerables a los impactos del cambio climático tales como la sequía y, con ellos, por ejemplo, a los incendios.

Más allá de los aspectos relativos a la explotación y la gestión del campo, las dietas resultantes de este modelo productivo están causando efectos nocivos en nuestra salud. Se ha evolucionado hacia el consumo de alimentos ultraprocesados, ricos en grasas saturadas y azúcares, y dietas con un alto contenido de proteína animal. Todo esto ha conducido a un aumento de la malnutrición a escala global y de la cantidad de enfermedades asociadas a la alimentación y el tipo de dieta, entre ellas la diabetes de tipo II, el cáncer de colon y las enfermedades coronarias.

Prácticamente la mitad de la población mundial sufre de malnutrición: subnutrición (815 millones de personas), sobrepeso (1200 millones), obesidad (700 millones) o falta de algún micronutriente (2000 millones).

En definitiva, la salud de las personas y la salud planetaria están en una clara situación de extrema vulnerabilidad que exige cambios en la forma de producir y consumir alimentos.

SOSTENIBLE Y SALUDABLE, DOS CONCEPTOS QUE VAN UNIDOS

Considerando la situación actual en la que nos encontramos en relación con los sistemas alimentarios, podríamos destacar los retos principales a los cuales debemos hacer frente para transitar hacia una alimentación sostenible y saludable que no sólo no contribuya a la degradación de los ecosistemas y la pérdida del bienestar de las personas sino que contribuya a alcanzar los ODS. En mi opinión, sostenible y saludable de ir de la mano, puesto que es precisamente la insostenibilidad social y ecológica del sistema globalizado lo que lo hace poco saludable.

Un segundo reto es el diseño de sistemas agrarios basados en prácticas agroecológicas, aquellas que mediante un análisis de los agroecosistemas desde la perspectiva de la ecología permiten desarrollar estrategias que imiten la naturaleza. Las prácticas agroecológicas se construyen a partir de la agrobiodiversidad y el conocimiento local y tradicional.

Efectivamente, este es otro de los retos a los que nos enfrentamos, dado que ese concimiento está desapareciendo y, además, el contexto social y ecológico no es el mismo de hace 80 años. A pesar de ello, ese conocimiento ha permitido hacer de la agricultura una actividad sostenible y en el diálogo entre el conocimiento científico y el tradicional es donde podremos encontrar las claves futuras de la sostenibilidad.

La reocupación de nuestros territorios rurales permite, asimismo, evitar la continua degradación que el medio rural ha sufrido en las última décadas y favorece su revitalización, pero también la descongestión de las ciudades que, a medida que aumentan su población, se tornan cada vez más insostenibles y, a la vez, menos saludables. Con todo, es necesario introducir un cambio fundamental en esa reocupación y el mismo tiene que ver con la incorporación de una mirada feminista en los papeles de los hombres y las mujeres en el campo.

LA INCORPORACIÓN DE UNA MIRADA FEMINISTA

Un factor importante de la despoblació rural, que junto con el proceso de industrialización de la cadena alimentaria, ha estado relacionado con el papel de invisibilidad y escasamente valorado al cual estaba relegada la mujer en el campo. Si bien su trabajo en las fincas familiares era decisivo para que la propia familia pudiera salir adelante, este papel no era reconocido socialmente y en el actual sistema socioeconómico en el cual sólo son remuneradas las actividades productivas, el trabajo de las mujeres no recibía ningún tipo de compensación económica.

Este hecho favoreció que muchas mujeres se sintiesen prisioneras en sus propias casas y decidieran irse a la ciudad, imposibilitando la reproducción del medio rural. Por tanto, un reto crucial en la construcción de sistemas alimentarios sostenibles y saludables es el desarrollo de políticas e infraestructuras para el medio rural que sean ciegas a las necesidades de las mujeres.

Finalmente, en el ámbito del consumo, es imprescindible fomentar la educación alimentaria en las escuelas. La brecha entre el mundo rural y el mundo urbano es tan grande que muchos niños y niñas no saben de dónde proviene los que comen ni cuando es temporada de los diferentes alimentos que consumen.

Por otra parte, resulta absolutamente necesario que las políticas agroalimentarias creen un ambiente alimentario que favorezca una alimentación sostenible y saludable, es decir, políticas que permitan a las personas consumidoras acceso a alimentos sanos y sostenibles, tanto el acceso físico, mediante la creación de pequeñas tiendas o espacios de venta justos, como el económico, de tal modo que los alimentos sanos o sostenibles no estén orientados a un nicho o grupo social concreto, sino a toda la población.

¹ El paquete tecnológico de la Revolución verde consiste en semillas híbridas, fertilizantes inorgánicos y pesticidas.

SOBRE LA AUTORA

Marta G. Rivera es doctora en veterinaria y doctoria en sociología, Investigadora Ramon y Cajal, Professora y Directora de la Cátedra de Agroecología y Sistemes Alimentario de la Universidad de Vic-Universitat Central de Catalunya, así como miembro de la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (FLACSO-España). Tiene especial interés en los sistemas agroalimentarios alternativos en el paradigma de la soberanía alimentaria y en el análisis de las teorías feministas y de comunes que puedan ser adaptadas a la investigación agroalimentaria. Es miembro del equipo editorial de las revistas especializadas Journal of Sociology of Agriculture and Food, Journal of Sustainable Development y de la publicación Soberanía Alimentaria, Biodiversidad y Culturas. Ha participado como autora líder en los grupos de la ONU Evaluación Internacional del Conocimiento Agrícola, la Ciencia (IAASTD, 2005-2008) y la Tecnología para el Desarrollo y el Panel Intergubernamental sobre el Cambio Climático (IPCC, 2010-2014 e IPCC 2015-2019).

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