El sistema alimentario existente es una de las principales causas de degradación ambiental y cambio climático: la agricultura emite el 10,3% de los GEI en la UE (AEMA, 2019), contribuye a la deforestación, pérdida de biodiversidad, resistencia a los antimicrobianos , presencia de contaminantes, degradación del suelo, etc.
Aunque la ciudadanía global muestra preocupación por estos problemas, existe una brecha entre su preocupación y sus acciones, sobre todo en lo que se refiere a la alimentación (Especial Eurobarómetro 501: el 94% de los españoles y creen que el cambio climático es un problema muy/bastante grave, pero sólo un 13% ha adoptado una dieta más sostenible (a nivel comunitario: 81% y 19%, respectivamente).
Del mismo modo, en Cataluña el 90% de la población está preocupada por el cambio climático, pero sólo un 1% opta por productos ecológicos o consume de forma responsable (Estudio sobre percepción y hábitos ambientales, 2019). Este hecho también demuestra que no está claro para los ciudadanos de Cataluña (7,6 millones de personas, el 70% de ellos residentes en el área metropolitana de Barcelona) ni de España que los sistemas alimenticios contribuyan al cambio climático y que modificar la dieta es una forma eficaz de acción.
El informe Feeding On Future (Generalitat de Catalunya, 2018) destaca algunas cuestiones del sistema agroalimentario en Cataluña que podrían mejorarse considerablemente: reducir el consumo diario de carne, regular el consumo de azúcar y de bebidas azucaradas (ya que los niveles están muy por encima de los recomendados) y doblar o triplicar el consumo de legumbres, frutas y verduras frescas.
Asimismo, existen muchos otros problemas, como el desperdicio alimentario. Anualmente, se desperdician 35 kilogramos de comida por persona y un 58% a nivel doméstico. Otros graves problemas son: la poca dedicación de las tierras a la agricultura ecológica (sólo un 7%), las dificultades de la población para permitirse una alimentación suficiente y equilibrada (6%) o el alto nivel de sobrepeso de la población de entre 18 y 74 años (49%).
A raíz de estas necesidades nace el proyecto EAT:LIFE, un programa que pretende transformar los patrones de consumo alimentario de los ciudadanos de Cataluña, pero también de España y Europa, hacia unos hábitos más sostenibles, justos y saludables. Para ello, el proyecto ofrece herramientas y apoyo a diferentes agentes del mundo educativo formal, no formal e informal, para que se movilicen e impulsen el cambio hacia un mundo más sostenible.
¡Comprométete por una alimentación saludable!
