Las abejas: alimentación y cambio climático

¿Cuál es el papel de las abejas en el sistema alimentario y la preservación de la biodiversidad global?

Las abejas son los principales polinizadores de las plantas silvestre y cultivadas de los ecosistemas terrestres. Por tanto, se trata de provedores esenciales del servicio ecosistémico de polinización -la transferencia de polen desde los estambres a los pistilos, es decir, de los órganos masculinos a los femeninos de las flores- un proceso de gran valor para los sistemas naturales y agroidustriales. Los pollinizadores son, en consecuencia, un elemento central de la biodiversidad debido a su papel fundamental en los sistemas naturales y la agricultura: sin polinización, los ecosistemas colapsarían y se perderían nuemerosos recursos alimentarios, entre otras consecuencias.

Las abejas son los polinizadores por excelencia y están sometidas a grandes presiones: baja diversidad floral, exposición continua a los pesticidas y contacto con parásitos que los humanos dispersamos accidentalmente en nuestro comercio apícola. Y parece que la situación empeorará puesto que debemos añadir a la ecuación el estrés climático y la desaparición de los espacios verdes a causa de la insaciable demanda de terrenos para el desarrollo urbano. Las estimaciones indican que la poblacion humana alcanzará los 9.000 millones de presonas en 30 años lo cual, junto con la transformación del paisaje que ello supone, hará que el papel de las abejas esté incluso más estrechamente ligado a la supervivencia humana.

Las poblaciones de abejas, por ejemplo las de la abeja doméstica, de la miel o melífera (Apis mellifera) y los polinizadores silvestres, como los abejorros (Bombus terricola, Bombus dahlbomii y Bombus occidentalis) han venido disminuyendo en la últimas décadas y algunas especies, incluso, han llegado a considerarse extintas, como en el caso de Bombus franklini, del cual no hay observaciones desde 2006. Pese a los estudios que advierten sobre la reducción de las poblaciones de abejas y abejorros silvestres, todavía se necesitan datos, ya que estos grupos comprenden una diversidad de taxones con respuestas muy complejas. También nos faltan datos sobre polinizadores de algunas regiones, ya que la inforamción más dispoible procede principalmente de América y Europa.

Necesitamos buenas respuestas para muchas preguntas, por lo que los estudos sobre abejas se han promovido en los cinco continentes. En particular, necesitamos descripciones del estado de las poblaciones de varias especies (principalmente su abundancia, ya que hay una gran laguna de conocimiento en este sentido), su dinámica poblacional y los factores que afectan su supervivencia, tales como el uso de pesticidas, los cambios en el uso de la tierra, el desarrollo urbano, la pérdidad de hábitats, los parásitos, las especies invasoras, las interacciones entre factores, etc. para poder intervenir positivamente en su respuesta al cambio climático.

El cambio climático afectará la biodiversidad de abejas, y la mayoría de los insectos, y resulta difícil pronosticar esos efectos con exactitud porque son la suma de numerosos factores distintos. Dicho lo cual, muchos estudios concuerdan en que la pérdida de hábitats es el factor más importante y universal de todos, seguido por las especies invasoras, los parásitos y el uso de agrotóxicos.

El problema de la falta de estudios es que no disponemos de datos sobre la abundancia y distribución de las abejas, especialmente las silvestres. Asimismo, todavía hay especies sin describir. Sin ese conocimiento, es difícil estimar la disminución de la poblaciones de abejas, diseñar estrategias de conservación y priorizarlas correctamente.

EL PRECIO DE LOS CULTIVOS Y DE LOS POLINIZADORES

La mayoría de los cultivos que crecen en condiciones naturales dependen de los insectos para su polinización. Más específicamente, el 73% de los cultivos del mundo son polinizados por abejas, mientras que la parte restante depende de moscas, murciélagos, avispas, escarabajos, aves y mariposas, en ese orden.

A cambio de su aportación a la repoducción vegetal, los polinizadores obtienen alimento (néctar, polen o ambos). Esta relación de mutualismo (ambas partes se benefician) ha existido y evolucionado durante siglos gracias a las caracterísiticas anatómicas y funcionales coordinadas de los miembros de la relación. Por ejemplo, la longitud de la probóscide de los insectos y la profundidad del tubo floral. Un gran número de ecosistemas terrestres naturales y artificiales son posibles gracias a ese mutualismo.

La porción de cultivos que necesitan polinización animal se ha incrementado aproximadamente en un 45% ya que el área cubierta por los cultivos que dependen de polinizadores ha aumentado. Este hecho nos conduce a una sitaución en la que la demanda supera la oferta.

La naturaleza sostiene todas las actividades y la vida humanas. Los bienes y servicios que proporciona son vitales para nuestro bienestar presente y futuro, así como para nuestro desarrollo económico y social. De todos esos bienes y servicios, a los que llamamos servicios ecosistémicos, el de polinización resulta indispensable, tanto para el correcto funcionamiento de los sitemas naturales como para la producción de alimentos. De hecho, también lo es en términos de valor monetario: se ha estimado el valor económico total de los cultivos del mundo en 156.000 millones de euros anuales. Este aumento de la dependencia respecto de la polinización junto con la situación de cambio climático marcada por la reducción de la biodiversidad de las abejas, sus efectos fisiológicos sobre ellas y conductas menos eficientes desde el punto de vista de la polinización, han preocupado a diversos sectores.

Por otra parte, es importante señalar que quienes llevan a cabo la mayor parte de la polinización de cultivos a escala mundial son los polinizadores silvestres, no las abejas domésticas. Por ello, una aumento de las poblaciones de abejas domésticas difícilmente provea una solución a la crisis de polinizadores asociada al cambio climático. Y aunque lo hiciera, apostarlo todo a una sola especie sería una estrategía arriesgada.

EFECTOS DEL CAMBIO CLIMÁTICO: LAS ABEJAS, LAS PLANTAS Y SUS POSIBLES DESAJUSTES

Las abejas domésticas (Apis sp.) son los principales polinizadores domésticos, debido a su potencial para buscar alimento y actualmente son los polinizadores de los cultivos más valorados económicamente en todo el mundo. Estos insectos stán ampliamente distribuidos por casi todo el mundo en una diversidad de climas: en consecuencia, poseen una gran diversidad genética y, por ende, un elevado potencial adaptativo. Además, las abejas domésticas están entre las pocas especies de abejas cuyos adultos permenecen activos en invierno y regulan la temperatura de la colmena. Por este motivo muchos estudios que evalúan la reducción de las poblaciones de polinizadores y las pérdidas económicas asociadas se centran en esta especie. A continuación ofrecemos una lista de los posibles efectos del cambio climático en las poblaciones de abejas:

  1. El cambio climático tiene lugar demasiado rápido y, pese a su adaptabilidad, las abejas no tendrían tiempo de adaptarse, por lo que migrarían a latitudes y altitudes mayores en busca de condiciones climáticas más adecuadas. Las plantas enfrentarían el mismo problema y responderían de manera similar. Entonces hay dos posibilidades:
    • > Si las plantas y los polinizadores migran juntos, la polinización podría continuar, pero este acoplamiento entre flor y polinizador podría verse comprometido y finalmente perderse ya que la polinización depende de la fenología (la relación entre los cambios periódicos de los factores climáticos y las etapas del ciclo de vida de los organismos, entre ellas la reproductiva) de los cultivos, de los insectos y el cambio climático.
    • > Por otra parte, el cambio climático afecta la calidad del ambiente de las flores y, además, aumenta o reduce la capacidad de desarrollo de las colonias de abejas, lo que tiene un impacto en su ciclo vital y, en consecuencia, causa una reducción en la polinización.
  2. Estos desajustes de sincronización (fenológica) entre plantas y abejas podría tener graves consecuencias: podría afectar también a las plantas, porque no recibirían tantas visitas de insectos y diseminarían menos polen, mientras que las abejas enfrentarían una reducción de la disponibilidad de alimentos y el consiguiente aumento de su vulnerabilidad a los patógenos. Si, además del estrés climático y nutricional se expone las plantas a pesticidas, la vulnerabilidad no haría más que aumentar puesto que los efectos de los patógenos sobre las abejas serían más intensos, hasta el extremo de afectar su eficacia biológica (básicamente, sus capacidades de supervivencia y reproducción).
  3. El cambio climático traerá inestabilidad atmosférica y, con ella, inundaciones, sequías y una mayor temperatura media global. ¿Serán capaces las plantas de sobrevivir a la llegada rápida de estas condiciones climáticas? Y, si la respuesta es positiva, ¿serán buenos su polen y néctar para las abejas? Un ejemplo de todo esto es el que sigue: cuando llueve, las abejas domésticas evitan las flores de acacia, porque su néctar se vuelve muy diluido. Asimismo, durant las sequías, la producción y la calidad del polen disminuyen. Esto es importante porque las que necesitan una dieta de polen son las larvas.
  4. El calor extremo también constituye un obstáculo para almacenar el alimento. Como consecuencia, las abejas no tienen suficiente para el invierno y conseguirán alimentar adecuadamente a las larvas. El efecto es que habrá menos obreras en la primavera siguiente y los miembros de la colonia tendrán sus sistemas inmunitarios debilitados.

LOS PESTICIDAS, UNA PRESIÓN MÁS

La exposición de las abejas a los pesticidas hasta el extremo de alterar su eficacia biológica se debe a la intensificación de la agricultura. Es posible que la situación empeore a causa de que la exposición regular a los pesticidas seguramente no disminuya, lo que causará efectos subletales y hasta letales en las abejas.

A nivel individual, la exposición continua a sustancias tóxicas puede afectar tanto los mecanismos de detoxificación como las respuestas inmunitarias de las abejas y hacerlas más vulnerables a los parástios. Los pesticidas habituales, como el imidacloprid, el fipronil o el tiacloprid tienen efectos negativos en el proceso de aprendizaje y la acapacidad de orientación de los adultos, y producen una enfermedad que puede transmitirse a las larvas. Estos productos pertenecen al grupo de los neonicotinoides, neurotoxinas que afectan el sistema nervioso de los insectos, y están entre los principales responsables de la disminución de las poblaciones de abejas.

Los pesticidas también tienen efectos perjudiciales a nivel de la colonia y se han asociado brotes de algunas enfermedades con ellos. Esto indicaría que las infecciones más intensas podrían afectar la tolerancia de las abejas a los pesticidas, por lo cual las interacciones patógeno-pesticida podrían incrementar la mortalidad en las poblaciones de abejas y otros polinizadores.

PÉRDIDA DE HÁBITAT Y ABEJAS URBANAS

Los efectos de la pérdida de hábitat harán manifiestos a largo plazo. Se trata de uno más de los factores causantes de la reducción poblacional de abejas, ya que las flores, los lugares adecuados para establecer las colmenas y otros recurso se encuentra precisamente en ese espacio, el hábitat.

A medida que crece la urbanización se acelera la pérdida, fragmentación y destrucción de los hábitats naturales y surge la necesidad de intensificar los estudios sobre las poblaciones de abejas que viven en las ciudades, un ambiente aún relativamente desconocido. En realidad, si se aplicara un modelo urbano sostenible y medidas de conservación adecuadas, los alrededores de las ciudades podrían convertirse en una oportunidad para relajar la péridad de polinizadores.

Debemos lograr diseños urbanos con suficientes hábitats adecuados para las poblaciones naturales de abejas y eso debe ocurrir tarde o temprano, por lo que cuanto se haga antes mejor.

LA PROTECCIÓN DE LAS ABEJAS Y LA POLINIZACIÓN SOSTENIBLE

Con todo lo aquí expuesto debería resultar obvio que necesitamos medidas para detener la declinación de las abejas. Hay una diversidad de factores que las afecta negativamente y extraer conclusiones puede ser complicado, pero no quiere decir que no necesitemos medidas de conservación. Las estrategias deben tener en cuenta el tipo de terreno y el desarrollo económico de la región. A continuación, algunas medidas generalistas que ayudarían a las abejas:

  • Incrementar la diversidad de los recursos florales: ofrecer macetas y jardines con especies florales adecuadas, plantar flores en las márgenes de los caminos y dejar parcelas de hábitats naturales entre o cerca de las zonas cultivadas. Esto promueve la polinización de los cultivos y la diversidad de las abejas.
  • Educación y divulgación: explicar el problema que supone la pérdida de las poblaciones de abejas y ayudar a los ciudadanos a acercarse a la naturaleza, ya que, cada vez más, vivimos en entornos urbanos.
  • Planificación espacial y ciudades sostenibles: ciudades con suficientes áreas verdes, huertos urbanos y jardines verticales podría ser compatible con las actividades sociales y económicas así como con el cuidado del ambiente. A fin de cuentas, necesitamos las áreas verdes para que produzcan oxígeno y termorregulen el aire de las ciudades.
  • Reducción del uso de pesticidas que se utilizan de forma activa, desmesurada y, en muchas ocasiones, sin motivo. Es deseable desarrollar programas de evaluación de riesgos de corto y largo plazo, un protocolo de aplicación específico por pesticida y hábitat, una consultoría eficaz y un sistema de incentivos para la comunidad de agricultores.
  • Ofrecer lugares de nidificación adecuados, proporcionando estructuras, cavidades, espacios de suelo despejado o, simplemente, aumentando la diversidad de la flora nativa. Esto debería tenerse en cuenta en el planeamiento urbanístico de las ciudades.
  • Más estudios y programas de monitorización: adolecemos de una falta general de conocimiento sobre algunas cuestiones fundamentales. Es importante desarrollar métodos más eficientes de estimación de la diversidad, la abundancia y las distribución de las diversas especies de abejas. Por último, sería útil elaborar índices o un sistema de alertas que nos indicaran cuán lejos estamos de la crisis de polinización para poner en práctica las medidas del caso lo antes posible.
  • Evitar la introducción de especies exóticas de abejas y patógenos: mejorar el control del comercio de abejas e implementar una cuarentena estricta a cada movimiento que se haga. La introducción de especies no nativas debe impedirse a toda costa y, por ello, es necesario endurecer las políticas.