Un problema de justicia alimentaria y social: el expolio de peces en las costas africanas occidentales

JUSTICIA ALIMENTARIA

En las últimas décadas hemos vivido un cambio dramático en los sistemas alimentarios: vivimos una crisis alimentaria que se suma a la del hambre, la de biodiversidad y la climática. El sistema alimentario se ha convertido en una amenaza. Por un lado, hay mucha población con problemas nutricionales, sea con enfermedades asociadas a ello o con hambre y, por otro, el sistema alimentario emite hasta un 40% del conjunto de las emisiones de gases de efecto invernadero (GEI).

En los años noventa, los alimentos pasaron a formar parte del paquete de mercancías que se pueden comercializar en el mundo, como cualquier otro producto. Este hecho provocó graves consecuencias puesto que un comercio de alimentos entre lugares muy alejados (alimentos kilométricos) con frecuencia produce un colapso en el propio derecho a la alimentación y en todos los sistemas más locales que dependen de los recursos alimentarios (agricultura y pesca). En otras palabras, la disponibilidad de alimento depende de otros países y de sus intereses económicos. Por ejemplo en España, no hace mucho, hubo déficit de leche y, para resolverlo, se importó el producto desde países africanos a un precio ridículo con el visto bueno de las políticas correspondientes. Otro ejemplo lo encontramos en el ámbito nacional: la llamada España vacía. Esta no es otra cosa que el resultado del abandono de las explotaciones ganaderas y agrícolas pequeñas y medianas por las familias que las venían gestionando generación tras generación y que dejaron de hacerlo por la disminución de la viabilidad económica de sus explotaciones, las cuales además gestionaban el paisaje.

El mercado internacional y la desregulación de los mercados han generado un importante control por parte de las grandes multinacionales de la alimentación. Esto a la vez ha provocado un cambio de dieta en los países occidentales, donde se pasó de una alimentación basada en productos locales y frescos a una de alimentos ultraprocesados. De hecho, un 70% de los alimentos que consumimos son procesados o ultraprocesados. ¿Qué problema hay con todo esto? Esos productos contienen mucha sal, azúcares y grasas saturadas, por lo que acaban provocando enfermedades

Actualmente se ha constatado un incremento de la obesidad, sobre todo en la población infantil. Otros problemas de salud derivados de la mala alimentación son las enfermedades cardiovasculares, la diabetes de tipo II y algunos cánceres. Esto hace que la mala alimentación se convierta en el problema principal de salud pública, más específicamente, hay 90 mil muertes evitables al año por causa de la mala alimentación.

PECES ROBADOS EN LA COSTA OCCIDENTAL AFRICANA

El año pasado la Unión Europea dio el visto bueno para que se firmaran unos acuerdos de pesca que concedían a las embarcaciones pesqueras europeas el derecho a faenar en las costas de Senegal, Mauritania y Gambia.

En estos lugares se vivía fundamentalmente de la pesca local, tradicional y sostenible. Cada día los pobladores salían a pescar en sus cayucos (una especie de piragua), y volvían con cantidades de pescado suficiente para alimentarse y comerciar. Pero a partir de la firma del acuerdo europeo, estas poblaciones vieron llegar unas embarcaciones gigantes que capturaban grandes cantidades de pescado y arrasaban el fondo marino. Como consecuencia, los pescadores locales sólo encuentran peces muy pequeños en sus pesquerías habituales y necesitan adentrarse más en el mar, con el riesgo que ello comporta para sus embarcaciones tan pequeñas.

El deterioro de los ecosistemas marinos afecta la economía local, desplaza la población e impacta su alimentación y supervivencia.

En esta región, siete millones de personas dependen del pescado, su principal fuente de ingresos. La sobrepesca y las malas prácticas continuadas durante décadas por las flotas pesqueras industriales sumado al incumplimiento de compromisos entre los gobiernos de África Occidental, China, Corea del Sur y la UE, han hecho que se hayan perdido ya 300.000 puestos de trabajo en el sector pesquero y un 30% de la población de las regiones afectadas sufra malnutrición (Greenpeace, 2017). En estas condiciones les es imposible subsistir y, por este motivo, muchas personas dirigen sus cayucos con rumbo en las Canarias, por ejemplo, para intentar encontrar otra solución. Por tanto, la emigración no es un fenómeno natural sino que tiene causas ambientales y políticas; fundamentalmente, nace de una profunda crisis ambiental de gestión territorial.

En resumen, podemos decir que tenemos unos océanos objeto de una explotación tan intensa que pone en peligro la reproducción de numerosas especies pesqueras. El acaparamiento de las aguas africanas ricas en recursos por parte de los países europeos y asiáticos amenaza la seguridad alimentaria del continente. Es una lucha desigual, en la que los africanos sufren un saqueo continuado a gran escala mientras la otra parte involucrada tiene la ley de su lado.

TESTIMONIOS EN 1a PERSONA

Fuente: Profesorado MOOC–ODS i alimentació: lluites compartides de Menja Actua Impacta – Exposició – Per un demà sostenible i saludable (2022).

Malamine Soly es un joven senegalés migrado hace años y ahora es cofundador y director de la Asociación Dunia Kato. Ofrece charlas sobre migración, economía social y solidaria y emprendimiento social por todas partes. Hoy nos habla en primera persona de la situación pesquera: en el río del pueblo, que desemboca en el Atlántico, había una gran abundancia de pescado, que llevaban a la capital y, evidentemente, la gente vivía de esta  actividad pesquera local. Desde hace tres o cuatro años la situación ha cambiado totalmente: ya no hay peces. Malamine no entendía qué había pasado y empezó a preguntar hasta averiguar que llegaban grandes barcos a su país y se llevaban todo el pescado, capturado con unas prácticas abusivas. Revisando foros de pesca en internet, él y sus compañeros descubrieron los convenios de pesca firmados por Senegal, en los que se vendía el kilo de pescado a un precio mucho menor que el precio que se pagaba en Europa.

Malamine continúa explicando: esta situación se repetía en todas las costas, los pesqueros de siempre no tenían peces, tenían que ir más lejos y todo ello implicaba exponerse más en el mar, despidos, carencia de alimento… allí no hay ningún sistema de paro, se ganan la vida con lo que encuentran, así que lo que hacen es marchar a Europa, que es quien se lleva todo el peescado. Es gente que no tiene muchos recursos ni trabajo (nadie tiene un subsidio). Es gente que vive de la tierra y del mar, de sus recursos naturales. Es gente que va a parar obligadamente a un sistema desconocido que los dejará sin nada, porque los explota y explota sus materias primas.

A lo anterior hay que añadir otro problema: el de la desigualdad en la salida a mercado del pescado. El Gobierno no garantiza la salida de su producto a los pescadores locales pero sí al de las empresas extranjeras, que son más competitivas. En consecuencia, se fomenta que la gente quiera abandonar el país y buscar oportunidades en otros lugares. ¿Qué dificultad hay con ello? Que la movilidad para los africanos no es la misma que para los americanos o los europeos, y por eso allí acaba tanta gente jugándose la vida atravesando el mar.

NO TE PIERDAS EL DOCUMENTAL Stolen Fish, de Gosia Juszczak (2020)

Fuente: Stolen Fish, la realidad de la pesca en África (atalayar.com) (2021).

En este documental se muestra la situación precaria que hemos descrito, en la cual la producción de la cincuentena de procesadoras de pescado existentes en África Occidental se lleva a la Unión Europea y a China, los que provoca graves problemas a millones de personas de la región, de donde proviene la mayoría de los migrantes a Europa.

La película, grabada en Gambia y estrenada en 2020, muestra historias personales de gente muy humilde, lo que viven diariamente; personas que, en general, no tienen canales para hacerse oír. La directora, además, busca mostrar la conexión entre la migración, la globalización, la colonización y la seguridad alimentaria. Seamos testigos de de ello atentiendo las palabras de Abou, uno de los protagonistas: Llegaron en 2017 y empezaron a construir fábricas, pero en 2018 empezaron con las prácticas de pesca masiva ilegal. La mayoría de mis amigos empezó a vender sus barcos y posesiones, y se fueron a trabajar en otra cosa, porque la pesca ya no te daba nada. Ibas a pescar y volvías con el barco completamente vacío.

¿QUÉ DEBERÍA HACERSE EN ESTA SITUACIÓN?

Hay que priorizar la recuperación de estos recursos y proteger los ecosistemas marinos, así como a los pescadores artesanales y a los millones de africanos afectados. Hace falta, por tanto, que los respectivos políticos asuman los compromisos de pesca y que se practique una pesca sostenible.